viernes, enero 16, 2009

la pizza de mi abuela Otilia

la receta original en su primer carilla...en honor a la nona.
mi hermano abajo, el heredero de la receta y la tradición.
En próximas entregas, la receta completa y todas las fotos paso a paso





Recuerdo muchas cosas de LA NONA .
Que murió a los 95 años. Que nunca usó lentes. Que anduvo en bicicleta hasta los 85 y les enseño a andar a mis hermanos mayores.
Siempre nos decía, cuando la acompañábamos a algún lado en la bici, hay quir de la mano contra los coches, así se ven cuando vienen. No le importaba las puteadas que nos echaban.
Recuerdo que hablaba varios idiomas, pero el que más se acordaba era el esloveno. Que nació en el imperio austrohúngaro en 1901. Murió el día de todos los Santos.
Tuvo dos hijos, mi papa y mi tía, vivió con ellos seis años sola, soportando la entreguerra en una Italia desvastada, hasta que llegó carta de mi abuelo: les mandaba el dinero para venir a la Argentina.
1935.
Papá tenía diez años y juntaba balines perdidos en la nieve. Con eso se agenciaba comida. Mi abuela que de pequeña caminaba feliz por los campos de su padre ,mirándose los vestidos nuevos, nos decía que nunca más, después de la Güerra, había sentido esa felicidad.Que nosotros no sabíamos lo que era el hambre. Tener un huevo frito por semana en un plato y repartirlo entre sus dos hijos pequeños. Mientras se le salían los ojos de las cuencas . El hambre. Hablaba de lo alemanes, de Mussolini, de los camisas negras.
Nos contaba de su pasión por el teatro que abandonó para trabajar de costurera, con sus dos hijos bajo la mesa jugando en silencio. Y la soledad de un hombre que se fue a hacer la América y del que no tuvo noticias durante seis años. Todo el mundo le decía que la había abandonado. Pero no, después de seis estoicos años llegó el dinero, y se embarcaron los tres hacia la Argentna. El granero del mundo. La tierra prometida.
Cuando murió el nono Emilio ya vivían en Mar del Plata y ella, cuando se creía sola gritaba .
Gritos es una forma de decir, más bien eran aullidos de los cuales sólo entendíamos que decía mamma moia , mamma moia, mama moia mate bueya...ay Emilio Emilio...y lo buscaba quien sabe en qué recuerdos. O quizá buscaba a su mamá que murió cuandomi nona cumplía quince años.
Tuvo restaurante, hotel, pizzería...siempre trabajó a destajo, hasta que se enfermó de los intestinos en Buenos Aires y tuvo que parar con la gastronomía. El calor del horno día tras día la había perforado.
Pero me estoy contagiando del espíritu negro de esta época, asociaciones libres que me vienen viendo las imágenes de Gaza.Y no quería hablar de eso.
Quería homenajer a La Nona.
Cuando se recuperó se vino a Mar del Plata. Su única pasión era ir con los franciscanos, cantar con voz temblorosa pero afinada en las misas del padre Pedro, y jugar después, a la baraka- como le decía a los naipes- con ellos, los curas, y llevar flores del jardín y hacer ramos para la iglesia, y pasar la gorra en la misa, y rezar a viva voz con su acento esloveno, todas las oraciones.


Cuando llegaban las vacaciones le invadíamos la casa, mis hermanos estaban de parabienes, ella decía que a los hombres se los debía servir, que las mujeres debían trabajar.

Nos gritaba porque andábamos en bicicleta y le arruinábamos el pasto. Nos gritába porque tomábamos sol en las viejas reposeras, nos gritaba, siempre, a mi hermana y a mí, nos gritaba.

Una vez subió al altillo donde dormíamos, fumábamos y leíamos... y nos dijo: ya tienen veinte años...tienen que pensar en casarse...los buenos candidatos se encuentran en la iglesia. En el pueblo la que pasaba los veinte sin casarse, ya era mal mirada...

Pero bueno, otra vez ya me fui de tema. La cosa que les quería contar es que mi abuela hacía una pizza de la San Perra! A Ale y a mí, nos hacía una a pedido, sin muzzarella, sólo masa y tomate..aunque no entendía nuestro pedido nos complacía.
Un verano que estuvimos solas con ella, nos enseñó el poco esloveno que sabemos. Eden Sva, Tri, Stire , Pet.... mientras amasaba y nosotras leíamos.
Después de comer se acordaba de alguna historia y empezaba. No había quién la pare. Se convertía de mandona en sumisa. Se llenaban los ojitos de lágrimas que no le caían y miraba al nogal, casi con la misma frase de siempre para terminar su monólogo: ustedes no saben lo que es la güerra...

Pues bien, mi nona murió dos días antes que Baltasar cumpliese su primer año. Le gustaba cuando se lo mostraba, pero no sé ya si lo reconocía.

De ella heredamos muchas cosas, libros de oración, cuadritos con poemas moralistas, montones de sábanas remendadas con paciencia infinita, escarpines y manoplas tejidos al crochet en los inviernos, un comedero para las gallinas que ya habían muerto, y cosas por el estilo.

Pero Dany, mi hermano del medio que vive en Munich, el otro día me mandó una receta de 1985. Escrita de puño y letra por la nona todavía en plena forma. Con todas las indicaciones y las ausencias de las mismas...era una vieja bicha con sus secretos culinarios.

Mi hermano heredó eso, ese tesoro que no consiste en más de tres carillas... y me la mandó para que la suba al blog y me mandó las fotos de la última pizza hecha por él, tantos años después.

Si pueden intenten leer la carta.
No sé qué puede ser más disfrutable, si leer la receta o la pizza que puede salir de ella .

6 comentarios:

Mucha dijo...

Totalmente espontáneo. Siempre miro por nuevos blogs y el tuyo me pareció encantador me presento mi nombre es Mucha y soy de ahí aunque viva y disfrute mi Acá... besos

Danixa Laurencich dijo...

Hola Mucha, mucha suerte en tu disfrute!

Mauricio dijo...

Que divina la história de tu nona.

beijo

Danixa Laurencich dijo...

Sí? me alegro que te haya gustado Mauricio! un beijo!

María W. dijo...

Impresionante tu cuento, la historia. La receta la leería con una lupa que no tengo.
Besos.

Danixa Laurencich dijo...

don uorry maría..ya la subiré completa y con las fotos...como la de la gubanza de mi tía,,,estoy epserando que mi hermano me la mande en un formato que pueda subir y que no se pixele...
Beso